Hace una semana comencé a leer «El pensamiento creativo» de Edward de Bono. La lectura está siendo muy interesante. Ha derrumbado varios de los paradigmas que tenía acerca del origen de la creatividad. Una de las mayores afirmaciones es que puede poseerse talento creativo de forma innata, así como la posibilidad de aprender a ser creativo. Todos tenemos miedo a equivocarnos, y ahí es donde Edward de Bono, indica que a veces también las equivocaciones llevan a los mejores proyectos. A continuación os detallo 11 ideas erróneas acerca de la creatividad…

1. La creatividad es un talento natural y no puede ser enseñada

Si se trata de una condición natural, no tiene sentido el esfuerzo para cultivarla o mejorarla. Este razonamiento se asigna a casos extremos como Mozart, Einstein o Miguel Ángel. Según E.B., aprender el pensamiento creativo no difiere de aprender matemáticas o algún deporte. En estos casos no nos quedamos sentados y decimos que el  talento natural es suficiente y no se puede mejorar. Sabemos que podemos entrenar a las personas para que alcancen cierto nivel de competencia.

2. La creatividad proviene de los rebeldes

Los rebeldes no quieren aceptar las reglas del juego, por ello se da por sentado que la creatividad se manifestará en ellos, ya que los conformistas están muy ocupados aprendiendo las reglas del juego, aplicándolas, adaptándose. La creatividad es un “juego” y como tal tiene sus reglas. Una vez que los conformistas quieran participar y se dediquen a aprender el juego… muy pronto llegarán a ser más creativos que los rebeldes, quienes no están dispuestos a aprender ni a jugar juego alguno.

3. Hemisferio derecho/hemisferio izquierdo
“Tiene desarrollado el hemisferio izquierdo”. “Necesitamos una persona de hemisferio derecho”. Edward Bono lo llama ‘especie de racismo hemisférico’. Algunos estudios explican que los dos hemisferios, de una persona entregada al pensamiento creativo, están en actividad al mismo tiempo.

4. El arte, los artistas y la creatividad
La creatividad resulta muy evidente en la obra de los artistas, así que damos por sentado que creatividad y arte son sinónimos. Sin embargo, el error consiste en pensar que la creatividad está vinculada al arte y que, por lo tanto, los artistas son las personas más idóneas para enseñarla. No obstante, el piloto de automóviles que gana el gran premio no es necesariamente el mejor organizador de carreras ni el mejor instructor de conducción.

5. La liberación
Algunos directivos piensan que si contratan a alguien para que «libere» a su personal, la capacidad creativa se desarrollará por si misma. Del mismo modo, algunos instructores de creatividad creen que el entrenamiento creativo se limita a indicar una serie de ejercicios para que la gente se sienta desinhibida y empiece a expresar todo lo que le pasa por la cabeza. Sin embargo, el cerebro no está diseñado para ser creativo.

6. La intuición

A nivel práctico, resulta peligroso suponer que «todo sucede» en la intuición y que, por tanto, no necesitamos ni podemos hacer nada en ese terreno. Es como aceptar la existencia de una caja negra en la mente y renunciar a todo esfuerzo consciente, limitándonos a esperar que la intuición cumpla su trabajo correctamente cada vez que se lo pedimos.

7. La necesidad de «locura»
La creatividad no consiste en darle vueltas a las ideas existentes, de modo que al principio las nuevas suelen parecer alocadas. Por eso resulta fácil llegar a la conclusión errónea de que el pensamiento creativo se basa en la locura.

8. El éxito frívolo
El proceso tradicional de provocar una «tormenta de ideas» es como poner a mil monos a teclear, con la esperanza de que alguno produzca una obra digna de Shakespeare. Lo que sucede en creatividad es totalmente diferente: para encontrar ideas nuevas, es necesario salir de la secuencia usual de pautas que la experiencia nos ha impuesto.

9. La creatividad da saltos grandes y saltos pequeños
En occidente se dice que un nuevo paradigma implica un gran salto conceptual. En cambio, en la cultura Japonesa se producen nuevos productos tras una sucesión de modificaciones provocadas por saltos pequeños. ¿Cuál es mejor? Los saltos pequeños obtienen el máximo provecho posible de la innovación, aclarando que la sucesión de saltos pequeños no equivale a un salto grande. Un salgo grande, por lo general, es un cambio de paradigma, de concepto nuevo, reorganización total de los conceptos previos.

10. Pensamiento creativo individual o de grupo
La idea original consistía en que los comentarios de otras personas estimularían nuestras propias ideas, en una especie de reacción en cadena de ideas. Por tanto, el factor grupo es una parte esencial del proceso. Sin embargo, para el pensamiento creativo deliberado, los grupos no son necesarios. Según la experiencia de Edward de Bono, los individuos que trabajan solos producen más ideas que los que trabajan en grupo, ya que se tiene que escuchar a los demás, y se pierde tiempo repitiendo las ideas propias con el propósito de captar la atención del conjunto. Muchas veces el grupo toma una dirección conjunta, mientras que los individuos aislados pueden seguir direcciones diversas.

11. Inteligencia y creatividad
La inteligencia es el motor de la mente y su potencia puede permitir tener reacciones mentales más rápidas y, por lo tanto, una mayor velocidad de observación. Lo mismo pasa con la potencia de un coche, pero el desempeño del coche depende del conductor. Un coche potente puede ser mal conducido y otro menos puede ser bien conducido. Del mismo modo, una persona «inteligente» puede ser un mal pensador, si no ha adquirido las técnicas necesarias para pensar bien. Y una persona menos inteligente puede tener mejores habilidades de pensamiento. Todo depende de los hábitos, la formación y las expectativas de cada individuo.

Hoy en día existen muchas experiencias que demuestran que es posible desarrollar grandes ideas utilizando técnicas del pensamiento lateral.

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