No es algo nuevo, si digo que llevamos un par de meses, sin poder ver a los nuestros, sin poder disfrutar de la naturaleza o simplemente sin poder ir a tomar un café a un bar cualquiera.
Estamos viviendo una experiencia excepcional, donde la gente está sacando su creatividad y sus habilidades más ocultas. Por falta de tiempo que nos quitaba la rutina, que nos atrevemos a decir que echamos de menos.
Hay algunos que hacen pan, como si estuviéramos en la postguerra, otros sacan la montaña de libros, que habían dejado cogiendo polvo, con la mayor excusa, de: «me encanta leer, ojalá viera más tiempo para ello». Otros inician una vida fitness con Patry Jordan como mesías, siendo los primeros en pagar el gym sin ir, y tantos otros sacan el artista que llevan dentro y no explotan en su día a día por falta, ya sabéis de qué. De tiempo.
Y es que ahora tenemos más tiempo, pero el día dura las mismas veinticuatro horas. Hemos creado una rutina, donde el mayor entretenimiento son libros, series, películas, videojuegos y un largo etcétera. Y es ese punto al que quiero llegar.
Mientras unos se preguntan si son un Masserati o un 600, otros miran de salir de este hoyo. Otros tantos se creen Picasso en el Pinturillo, o Ocelote en el parchís. Es ahí donde vemos algo común, y es que necesitamos eso que tanta tijera recibe. Como muchas otras áreas, la cultura.
La cultura como este blog lleva promocionando más de 10 años, es clave ahora, y siempre. Si volvemos la mirada atrás: ¿Quién no echa de menos ir al cine con un bol de palomitas a ver un estreno que lleva meses esperando?, o ¿ir a un concierto a bailar y cantar hasta que los pies no aguanten?, o incluso simplemente ¿ir a cualquier lugar a desconectar y inmortalizar el momento con fotografías?.
Y no es falta de tiempo, es que no nos damos cuenta de lo que tenemos, hasta que lo perdemos.