Estamos todos en la fiesta: los amigos pimientos rojos, la pandilla de guisantes, el señor Atún, la señora Patata, la señorita Zanahoria, el doctor Huevo, mis hermanas aceitunas y yo. Todos estamos divirtiéndonos en la mayonesa. Se oye buena música y los humanos también se divierten. Uno de ellos se acerca a la mesa y….
coge un terrorífico tenedor. De repente, soy atravesada por éste y conducida hacia la boca del humano.

Tengo miedo, nunca había estado en un lugar así. Todo se mueve y tengo que esquivar los afilados dientes, he oído que pueden triturar cualquier cosa. Estoy impregnada de saliva y cada vez que él mastica estoy más nerviosa. De pronto, una fuerza me impulsa por un agujero y me precipito a gran velocidad por un conducto oscuro e infinito. Siento incertidumbre, no sé donde acabaré. Plosss, caigo sobre una sustancia ácida. Estoy en una especie de cueva y de las paredes brota el líquido. Estoy con otros alimentos de aperitivo: frutos secos, jamón serrano, patatas fritas…

El ácido se me mete por los agujeros que me ha hecho el tenedor y me quema por dentro. Además creo que me he roto un hueso, aunque recuerdo que el doctor Huevo me dijo que yo nunca me podría fracturar un hueso porque estoy rellena de anchoas. En fin, nunca he entendido a los médicos, sólo sé que debo escapar cuanto antes de esa cueva.  Está claro que no puedo salir por donde he entrado, el agujero está muy alto. Los demás alimentos  están sufriendo porque se están descomponiendo. Busco desesperadamente una salida. Buceo sumergida en la sustancia, veo un agujero en el suelo y consigo salir.

Ahora estoy en un conducto que huele mal. Veo restos de los familiares de los alimentos que vi en la cueva. Añoro a los míos: los pimientos rojos, la pandilla de guisantes, el señor Atún, la señora Patata, la señorita Zanahoria, el doctor Huevo y, sobre todo, a mis hermanas aceitunas. Me pregunto qué será de ellos, espero que sigan divirtiéndose en la fiesta y no se preocupen por mí. No me gusta este lugar. Avanzo muy poco y me aburro.

Por fin, después de casi siete metros de longitud, salgo de ese conducto y entro en otro diferente. Éste es más grueso pero es más solitario. Recuerdo mi infancia en Jaén. Aquellos sí eran buenos tiempos, arriba en la oliva, respirando el aire de la sierra. Pero debo asumir la realidad.: estoy aquí, en este extraño y oscuro lugar. Huele fatal y además avanzo muy despacio. Al fondo veo una pequeña luz. Soy impulsada hacia ella. Creo que éste es el final. 

Plosss, una sustancia blanda y marrón amortigua mi caída. Estoy en un lugar con agua y paredes blancas. Soy feliz, vuelvo a estar en el mundo exterior. Acostumbrada a estar tan calentita dentro del cuerpo humano… ahora tengo un poco de frío; suerte que, de repente, cae del cielo un papel muy suave que me arropa. Mi duro viaje ha terminado. Se oye un gran ruido y seguidamente caen, de las paredes blancas y con mucha fuerza, grandes chorros de agua. Creo que me espera otro viaje abstracto.

Fotografía: Abugom
Relato: Egunon

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